TETUÁN SIGLO XX: Los periódicos en la historia de Tetuán

Madrid, durante el primer tercio del siglo pasado, no era precisamente una fiesta –que eso lo era París–, pero sí una ciudad viva, aunque agitada por las secuelas de duros acontecimientos, entre los cuales cabe destacar la pérdida de los restos del Imperio, la Restauración monárquica y la guerra de África.


Dentro de esa agitada vida ciudadana, Tetuán se abría camino como barrio proletario en el contexto urbano de la capital del Reino. Las clases medias asentaban sus reales en el barrio de Chamberí, mientras los obreros manuales sin posibles buscaban un hueco en las calles y callejuelas que se multiplicaban alrededor y más allá de los Cuatro Caminos.


La concentración y el crecimiento vecinal de la zona funcionaba como caja de resonancia de los acontecimientos políticos y sociales de la capital; a veces, como durante la huelga general de 1917, con violentos enfrentamientos entre vecinos y fuerzas del ejército, que arrojaron un sangriento balance de varios muertos y numerosos heridos.


ÉPOCA DORADA DE LA PRENSA MADRILEÑA

Si en Tetuán repercutían los acontecimientos políticos y sociales, el mismo efecto se producía en cuanto a la prensa escrita se refiere. Porque en ese tiempo en que Madrid era, como con frecuencia se ha dicho, un poblachón manchego habitado en ese primer tercio del siglo por algo más de medio millón de habitantes, la prensa editada en Madrid conoció una época dorada, que se prolonga hasta la Segunda República: más de una veintena de publicaciones, sin contar las corporativas.
Cabeceras como El Imparcial, El Liberal, La Correspondencia de España, El País, El Heraldo de Madrid, El Globo, La Época, El Correo Español, El Diario Universal y El Siglo Futuro –por citar sólo los de mayor tirada– se reparten, nadie sabe cómo, un mercado de lectores compradores sólo comprensible si cada comprador adquiriera cuatro periódicos distintos.


Porque, aunque los citados eran diarios de ámbito nacional, no hay que olvidar que, debido a las dificultades de distribución de la época, un 70% de la tirada tenía como destinatario el consumo local. Lo cierto es que sólo El Imparcial, el de mayor arraigo, tenía en esa época una tirada de 140.000 ejemplares. Parece pues de obligada aceptación que nuestros bisabuelos devoraban periódicos como obsesos, pese al analfabetismo existente en la población, cuyo índice rondaba el 60%.


Los vecinos de lo que hoy es nuestro distrito devoraban papel impreso; es más, no se conformaban con los diarios citados, sino que requerían publicaciones voceras de Tetuán que, por cierto, nacían y morían con la misma celeridad que se organizaba una zapatiesta contra liberales y conservadores.


De muchas de ellas no ha quedado rastro salvo el nombre; de otras se pueden encontrar todavía algunos jirones de lo que fue una titánica lucha contra los elementos, huellas del esfuerzo de unos audaces y testarudos editores de una prensa local que, con esfuerzo y tesón, llenaban páginas de opiniones propias y ajenas, a veces satíricas, a veces incendiarias.


PUBLICACIONES DE VIDA EFÍMERA

De cabeceras como Las Victorias, dirigida por don Raúl Marcos, sólo podemos decir que se trataba de una publicación de contenidos literarios y que tuvo una vida tan efímera, que apenas se le puede llamar vida. Algo parecido le ocurrió al Noticiero de Tetuán, fundado por don Antonio Vicario, un monárquico radical, cuyos mensajes políticos no encontraron eco entre una población proletaria, cuya principal preocupación era conseguir un pedazo de tocino o de oreja de cerdo para que las lentejas supieran a algo más que a hierro.


Para don José Conde la clave no estaba ni en la literatura ni en la política; así que fundó El Defensor de Tetuán, que se identificaba como independiente de cualquier partido o filiación política; mala posición también frente a unos potenciales compradores ocupados activamente en las reivindicaciones sociales y en la militancia política. Sin periodicidad fija, El Defensor de Tetuán se defendió contra su propia ruina y cerró tras una breve e impopular presencia en la calle. Lo mismo que Los Cuatro Caminos, propiedad de don Calixto de la Granja y con sede en el número 20 de la calle de la Orden, o El Heraldo de Chamartín, de periodicidad semanal, dirigido al alimón por don Antonio Álvarez y don Alfonso Ayensa. De todos ellos, a los que hay que añadir La Novela y La Torre del Vigía, apenas quedan huellas diseminadas en recónditos archivos de coleccionistas de legajos curiosos, aunque indudablemente importantes para entender ese periodo de nuestra historia.


LAS TRES MÁS POPULARES

Las tres publicaciones que mayor respuesta popular recibieron por parte de los vecinos del distrito fueron Extrarradio, El Duende y La Voz de Tetuán. La primera, dirigida por don Antonio Hermoso de Mendoza, un liberal convencido, alcanzó una notable repercusión popular entre 1925 y 1926, antes de ser enterrada en las hemerotecas; sólo dos años de vida que pueden considerarse todo un récord, a la vista de la brevedad de otros competidores coetáneos.


El Duende era una publicación satírica y mordaz, que ponía en solfa tanto la vida política como la social, algo que sí encontraba adeptos entre un humilde vecindario, consciente de las causas de su escasez. Las firmas de los artículos y crónicas eran pseudónimos tales como “El duende rojo”, que se encargaba de la irrespetuosa crónica política; “El diablo mundo”, que convertía en coplas las noticias más destacadas –ya anticipando a nuestro vate Oshidori–; “El duende verde”, responsable de las noticias sobre la moda, en divertidos versos; “El duende del arpa” regalaba a los lectores un cancionero muy pero que muy picaresco; un tal “Ala de mosca” se dedicaba a cubrir la información deportiva; mientras que “Capricornio” informaba, naturalmente, sobre astrología. Otro tal “Pata de gallo” daba cuenta de la actualidad teatral, mientras que “El indiscreto” hacía honor a su firma, abriendo la puerta del cuarto de baño de los personajes populares: una mezcla entre lo que ahora se conoce como prensa del corazón y la sección de contactos. Todo ello aderezado con los dibujos de un tal “Cancerbero”. A nosotros, sinceramente, nos da la impresión de que toda la publicación se la curraba un solo individuo, dos a lo máximo.


La Voz de Tetuán fue, indiscutiblemente, la publicación más representativa del hoy nuestro distrito, respaldada por el hecho de que se mantuvo en la calle durante parte de los años 20 y 30. Se trataba de un semanario cuyo director y propietario era don Alejo Valcárcel; éste, junto a su redactor jefe Santos de Aldana, supieron conectar con el vecindario, cosa ciertamente complicada, desde su sede de la calle de San Felipe, número 6. El semanario, que aparecía los domingos, constaba de ocho páginas, de las cuales cuatro se tiraban en un curioso fondo color malva y cuatro en blanco y negro; las de color estaban destinadas a contener anuncios, mientras en las otras cuatro, el aguerrido equipo de periodistas proporcionaba a los vecinos información casi exclusivamente local: información municipal –“Municipalerías”, donde se reseñaban los pormenores de las sesiones de plenos–, noticias del barrio, tanto comerciales como culturales, incluidas las actividades teatrales, fiestas y bailes y una sección denominada “Ecos de sociedad”. Sin duda, La Voz de Tetuán fue la publicación pionera en cuanto a la manera de entender la prensa local, tal y como hoy se entiende. El viento de los dramáticos hechos de la historia de aquellos años se la llevó para siempre.


Y hablando de años, durante decenas de los posteriores la prensa local desapareció de los quioscos. Hubo de esperar a la llegada de la democracia para que apareciera de nuevo y, con tanto fuste, que hasta grupos de editores multinacionales se interesaron por ella, sembrando la mayoría de los distritos de la capital de su periódico específico. Sólo Tetuán, de entre los principales, permanecía a principios de los noventa sin periódico. Algunos nos dimos cuenta de tan “irregular” situación y, ya lo ven ustedes, fundamos Tetuán 30 días, que en estos momentos tiene usted en sus manos, lo que nos hace pensar que no nos equivocamos. 20 años hace ya que les brindamos todo cuanto sabemos sobre nuestro distrito, desde nuestra posición de pioneros en la época actual. Y pensamos seguir, miren ustedes por donde, contra viento y marea.

 

Tetuán 30 días

Foto de portada: El Duende, publicación satírica y mordaz que ponía en solfa la política y la sociedad de entonces.



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