El carril bus-taxi de Francos Rodríguez sigue cosechando enemigos

Comerciantes y vecinos sufren los contratiempos de no poder parar el coche ni cruzar la calle

En la calle de Francos Rodríguez, comerciantes y residentes llevan largo tiempo denunciando las molestias que les ocasiona el carril bus-taxi, instalado hace más de ocho años, cuando empezaron las primeras protestas.

A nuestra redacción han llegado nuevamente las quejas de quienes tienen negocios en esta vía, donde a diario se producen atascos, cuando los vehículos paran en doble fila para que se baje un ocupante o para entrar en un garaje.


“Al otro lado se forman unas colas enormes, mientras que el carril bus está vacío”, subraya Luis Pousa, que regenta desde hace 40 años Tintorerías Europa, en el número 37, y quien sufre la inconveniencia de que ni clientes ni proveedores puedan parar para dejar un encargo: “Imagínate cuando traen varias alfombras…”, concreta. Para este empresario, la delimitación ahora no tiene “ningún sentido. Antes había más circulación, pero con la crisis cada vez pasan menos taxis y las líneas de autobús han aumentado su frecuencia de paso”. Después de recorrer la calle en varios sentidos durante una hora, comprobamos que desde la glorieta hasta la intersección con Villaamil el tráfico del transporte público es muy reducido.

Cargar con la carretilla


Para los primeros números de Francos Rodríguez, cerca de Bravo Murillo, el problema es la aleta que separa el carril del resto de la calzada, que impide que los carros cargados de género puedan atravesarlo.


El único paso de cebra está junto al colegio de los Salesianos de Estrecho, por lo que en los establecimientos situados a la mitad de la calle tienen que recorrer un buen tramo para cruzar y regresar de vuelta para descargar la mercancía. Éste es el caso, por ejemplo, de la frutería Don Naranja, en el número 11, donde el encargado, Min Feng Xu, se ve obligado a hacer cada mañana la misma operación, o de la carnicería Nobleza Vacuna.


Una empleada del Servicio de Estacionamiento Regulado asegura, en cambio, que no ha observado incidencias en el tráfico relacionadas con el carril bus-taxi, y recuerda que hay hasta cuatro zonas de carga y descarga en las inmediaciones: “Dos en Francos Rodríguez, a la altura de los números 4 y 30, otra en Lope de Haro y la última en Fulgencio de Miguel. Lo que ocurre es que la gente es muy cómoda”, opina.


Lo cierto es que, además de los comerciantes, algunos vecinos muestran también su descontento con el carril reservado para autobuses, taxis y motocicletas. Maite y Mariano, a quienes encontramos conversando en la calle, señalan la “incomodidad de no poder parar para realizar cualquier gestión” y “el peligro que supone para las personas mayores saltar la aleta”, algo que está prohibido.


No son los únicos. Un grupo de profesoras de los Salesianos que acaba de salir de clase se hace eco de los trastornos para los padres, que no pueden parar el coche para dejar a sus hijos en el colegio, y resaltan: “Cuando nos vamos de excursión es un lío: tenemos que subir al autobús a toda prisa para no provocar un atasco”.

Cristina Sánchez


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