CRÓNICA DEL CARNAVAL

La mañana del domingo 18 de febrero, y con motivo del Carnaval, comenzó con el pregón del “Bando Babilónico” y con el ya popular “Manteo del Pelele”, en el parque situado entre las calles de Francos Rodríguez y Numancia. Este año el manteo recayó en la consejera de transportes Elvira Rodríguez, por estas brillantes declaraciones –el problema del transporte público es la gran afluencia de personas y su mala colocación en los andenes y trenes–. Por la tarde, y con dirección hacia la Plaza de La Remonta, “Ruiz Vampirón” fue el encargado de dirigir el pasacalles que salió del barrio de La Ventilla. Al dirigente le siguieron las infraestructuras de la ciudad: semáforos, parquímetros, calles con nombres de flor que nunca se arreglan, obras… y la sorpresa fue que cuando llegaron a su destino se encontraron con que habían instalado “Los parquimetrones” en las entradas de la Plaza de La Remonta, aprovechando la afluencia de público y recaudar así muchas sacas de “emetreinteuros”. Una vez pagado el impuesto para entrar en la plaza, tuvo lugar el desfile de asociaciones que participaron en el Carnaval. Y para terminar el colorido día, todos los participantes se tomaron un “chocolatito calentito” cortesía de la Junta Municipal en el Centro de Mayores La Remonta. La tarde del miércoles 21 de febrero, “El entierro de la sardina” puso el broche final a los Carna-vales, y esta coplilla cantaban, dirección a la Dehesa de la Villa, los vecinos de Tetuán de riguroso luto. La sardina se murió la llevamos a enterrar no queremos que se entere la guardia municipal. Ésta es la historia señores de un pescado singular que teniendo mal de amores no lo pudo soportar. Fue al principio un salmonete quien la hizo recalar para más tarde dejarla a la deriva del mar. Luego con nueva ilusión nuevos lances intentó boquerones, rodaballos y algún que otro “volador”. Hasta el día trascendente del flechazo pasional no de un sátiro cualquiera sino de un pulpo muy sensual. Fue tal su apasionamiento que en sus patas se arrulló y el pulpo que era muy pulpo de un abrazo la asfixió. La moraleja del cuento no la vayas a olvidar los amores son muy grandes pero los pulpos son más. B. L.

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